Jaime Paredes y Matías Muñoz:
LA DUPLA QUE LIDERA DISPACK
Una empresa con expansión interregional
Por Soledad Durán B. / Fotografías: Pablo Salas C.

En una sala de clases de AIEP Los Ángeles, dos estudiantes de la carrera vespertina de Ingeniería en Administración comenzaron a hacer tareas en conjunto y a compartir de vez en cuando, un café y conversación. Jaime Paredes, oriundo de Yumbel, y Matías Muñoz, recién llegado desde Santiago, se dieron cuenta que compartían las mismas urgencias: estudios, familia, trabajos paralelos. Aunque ni lo imaginaban, esas noches corriendo entre obligaciones darían origen a una distribuidora de repostería, alimentos congelados, abarrotes, packaging y productos de limpieza, más potentes de la provincia de Biobío con expansión en las ciudades de Chillán y Temuco.
La historia de Dispack surgió de la necesidad de crear y “sobrevivir” como confiesan sus fundadores, en quienes se advierte la amistad que los une y el sentido del humor que fluye entre ellos.
Matías, que se desempeñaba como visitador médico, y Jaime, que fabricaba muebles de fierro con su esposa Girlens Díaz, intuían que el emprendimiento era una ruta posible, y de esta manera en 2014 decidieron iniciar un negocio de venta de envases desechables en un pequeño local frente a la Plaza Pinto y a poco andar, se trasladaron a un local más central donde las ventas significaban sólo un ingreso adicional, por lo que ninguno abandonaba su empleo “oficial”. Fue hasta llegar a la calle Tucapel, donde hasta ahora se ubica su sala de ventas, cuando la distribuidora despegó y comenzó a consolidarse.
Con más espacio, el negocio de envases pronto incluyó alimentos para pastelería, panadería y chocolatería. La decisión no fue inmediata ni sencilla, ya que debían lidiar con productos con fecha de vencimiento, logística más compleja y un mercado exigente. Sin embargo, la perseverancia dio frutos, actualmente ese rubro representa más de la mitad de sus ingresos y es parte del sello de Dispack.

Ambos socios cuentan que han estado en todas las áreas de la empresa, desde descargar cajas hasta atender el mesón. Girlens, esposa de Jaime, dejó su empleo para sumarse al proyecto; la familia de Matías prestaba camiones desde Santiago en los inicios. Es precisamente el apoyo familiar una de las columnas invisibles que sostiene la empresa y que emociona a sus fundadores cada vez que miran hacia atrás. “Mucho de esto se logró porque no estuvimos solos”, enfatizan.
En 2018 dieron el salto, y abrieron una nueva sucursal en Chillán; todo iba bien hasta que la pandemia los golpeó fuerte, con ventas reducidas, pagos acumulados e incertidumbre, con meses sin sueldo para los socios, pero nunca hubo atrasos con el personal porque pensaban en las familias detrás de cada trabajador, refinanciaron cuentas y usaron créditos COVID como palanca para abrir una nueva sucursal en Temuco en plena crisis. Una jugada que con el transcurso del tiempo, los llena de orgullo.
El liderazgo de ambos es complementario. Jaime, ordenado y meticuloso, toma las riendas de las finanzas y compras, en tanto Matías, carismático y sociable, se ocupa de las ventas y relaciones públicas. Esa combinación ha permitido que la empresa crezca sin perder el contacto con su equipo.
Hoy Dispack emplea a 72 personas de manera directa en sus tres sucursales y ha creado departamentos de marketing, abastecimiento, recursos humanos y control de calidad para profesionalizar su gestión. Sin embargo, ellos siguen siendo los primeros en llegar y los últimos en irse –explica Matías– porque “Nosotros dos no venimos de familias acomodadas, también hemos vivido carencias económicas, pero la educación nos ha permitido abrirnos camino. Todo lo vivimos con esfuerzo. Hemos estado en la otra parte más complicada, por eso hay un orden y trabajamos todos los días; vamos a Temuco, a Chillán, estamos con la gente”.
Ese estilo de trabajo, responsable y cercano, les ha permitido crecer y a la vez construir comunidad, ambos empresarios manifiestan un profundo respeto por sus colaboradores a quienes también han visto crecer junto a Dispack, e incluso son padrinos de algunos de sus hijos. El sentido de pertenencia se refuerza con pequeños gestos, comentan, como preocuparse que la ropa de seguridad tenga el nombre y talla exacta del trabajador, vehículos nuevos para el reparto, tortas para celebrar cumpleaños. En una encuesta laboral reciente, los índices de felicidad y compañerismo rozaron el máximo, aseguran con satisfacción.
El compromiso social es otro rasgo distintivo de la empresa, que sin grandes anuncios apoya a escuelas de fútbol, campeonatos y talleres para niños neurodivergentes. Ahora están enfocados en preparar una feria de emprendedores para enseñar lo que aprendieron a pulso, desde aspectos legales y sanitarios hasta marketing digital. “Queremos que otros no cometan los errores que cometimos”, explican, ya que su visión es que, si los pequeños crecen, también lo hará el ecosistema al que abastecen.
A once años de su inicio, Dispack ya mira hacia nuevos desafíos, importando nuevos productos desde China, incorporando a una chef para ofrecer talleres a clientes y proyectan una cocina interactiva donde grabar videos y enseñar recetas con sus insumos. La inquietud y la perseverancia se han vuelto una marca personal, porque “Uno nunca está realizado”, repiten, convencidos de que el techo sólo existe si uno lo impone.
Instagram: @dispack.cl
web: Dispack – Dispack
